miércoles, 13 de junio de 2012

Que pase


Pasa el tiempo
y fue ayer
cuando el tiempo no pasaba,
apenas caminaba,
pasito a paso,
irreverente y atrevido
como si nada,
como si nunca
fuese a pasar.

Pasa el tiempo
y perdí la cuenta
de mis canas,
de mis penas,
de mis pasos,
de las historias,
que pasaron
cuando perdí la cuenta.

Corre el tiempo
y alego ausencias en la coronilla;
corre y pliega arrugas
- esas sí - de reír.
Corre tanto que cuelgan los ojos
y el vientre;
tanto, que aprieta una tonelada mi espalda
y hay salida libre por las ventanitas de la sal.

Pasa el tiempo
y esto acaba de empezar:
apenas salieron las hojas,
apenas agarraron las raíces,
apenas regó el jardinero,
ni arrancó el romántico la flor.
Este es el principio.
Por mil mundos que quedaron atrás
mil millones más pisaran mis pies,
que protestan
pero no se han cansado.

Pasa,
y no pasan las ganas
ni las sombras bajo el quicio de la puerta
ni se me pasa el amor
- miamor -
ni se gastan las letras
ni se pierde el consuelo.

Vendrá la pena
y vendrá la gloria.
Y pasará
como yo pasaré.
Pasará.

Que pase.

sábado, 9 de junio de 2012

Vuelta a empezar


Tengo el dedo pulgar roto.
El dedo de señalar, roto.
Tengo el corazón roto.
Anulado el cuarto dedo. Roto.
Y el más pequeño e inservible... lo mismo.
Roto del todo.
Tengo la palma de la mano rota.
Ese reverso sin nombre, lleno de tendones rotos.
No baila la muñeca, porque está rota,
ni pinta esquinas o se retuerce el codo. También está roto.
Tengo un millón de huesecillos y músculos rotos.
Y con el brazo izquierdo pasa igual. Roto.
Me encogería de hombros – tal vez, nada importe tanto-.
Pero no puedo, tengo los hombros rotos.
He visto pasar ante mis ojos un infinito de musas que ni nacer pudieron en este mundo quebrado. 
Están rotas 
porque yo soy un poeta callado, 
y ellas van con prisas...
No me esperan.
¿Ves? Ya se han marchado.
He visto caer millones de ideas que no sirven de nada porque son los pedazos de una misma.
De una misma idea rota.
Me reitero y me reinvento. Me repito y protesto de más, porque de menos no aparecen mis ecos.
Y nada.
Todo, hasta los ecos, suenan rotos.

Roto. 
Todo. 
Creo...

O, tal vez...
Tal vez no sean dedos, sino plumas mojadas.
Tal vez no sean brazos, sino alas plegadas.
Tal vez no estén rotos, sólo aburridos de mí.
Tal vez no importe cuánto tiempo pase
porque pasa
como el viento
[como el sueño]
y llega
y te lleva
y ya.
Vuelta a empezar.

jueves, 26 de enero de 2012

Hablo de trajes, jurados y públicas vergüenzas
Hablo de gasolineras, cocaína a subvención y “ere que ere”
Hablo de todos, sin siglas ni letras
Hablo de príncipes destronados y yernos que dan dolor de cabeza
Hablo de rubias princesas con tintes descerebrados
Hablo de reyes que miran al lado sobre el que se derrama su corona
Hablo de pobres que pagan las crisis
y ricos que piden sus cuentas
Hablo de números que no tienen lágrimas
Hablo de quienes por no poder comer, sólo pueden llorar
Hablo de un paro que es un parón en los sueños del pueblo indignado
Hablo de barcos que se hunden
y capitanes que imploran a la casualidad
Hablo del derecho violado al vientre propio
Hablo de bolsos de lujo llenitos de mierda
Hablo de talegas mugrientas vacías de pan
Hablo del cuerno de África que grita y no tiene garganta
y de los que no escuchan porque no saben escuchar
Hablo de la naturaleza muerta que no cabe en el lienzo
Hablo del perro que grita, porque no puede ladrar
Hablo del albañil sin ladrillo,
del teatro sin butacas,
del poderoso sin miras,
del periodista sin prensa
Hablo de un mundo que ya no se encuentra
Hablo y por no callar ni abro la boca
Hablo, por no gritar
Por no perder la cabeza.